«El hombre es un mono con ínfulas¹» (El mono calvo)
Desde que hace un millón de años un macho de primate se coronara a sí mismo con los cuernos de un búfalo prehistórico –pelorovis antiquus– representando de esta forma su poder sobre el grupo, derecho de pernada incluido, todavía no hemos parado. Los vestigios de esa atávica costumbre de prolongar el cráneo como un distintivo jerárquico aún perduran: la mitra, el bonete, el kipá, la tiara, el solideo, la corona, el sombrero… y por ahí todo seguido hasta terminar en la humilde boina capona, ésta ya relegada a su original y utilitaria condición de calentar las molleras. Al alimón, resulta fácil imaginar a la hembra del simio dominante desplazándose apenas erguida sobre dos patas ¿piernas? por el gran valle del Rift, detenerse ante un ananás y arrancar una piña para enjaezársela en lo alto del tarro al tiempo que, balanceando las caderas, le dibuja un mohín de gata al cornúpeta de tan recién estrenada prosapia. Seguir leyendo