Luces

Lo único que se mueve aquí es la luz, pero lo cambia todo” (Anónimo)

 Recuerdo de muy joven (quiero pensar que con la corteza prefrontal en pleno proceso de maduración) inmerso en la soledad de mi habitación tratando de interiorizar ciertos conocimientos mediante el estudio o la lectura, llegar a sentir en el cerebro una reacción casi física, como si de él se estuviese desprendiendo un velo que hasta entonces no me hubiera dejado mirar -pensar- más allá y que, al liberarlo, diera paso a nuevas y desconocidas percepciones; una sensación a la que se añadía el inquietante presentimiento de estar traspasando los límites de una frontera. Pasada la juventud, con el cerebro y todo lo que cuelga ya creciditos, he gozado y sigo  gozando con la aventura del conocimiento, pero ya nunca he vuelto a sentir ese destello de placer, aquél fulgor físico de mi adolescencia, que tanto se asemejara a un orgasmo. Debo aquí aclarar que, más allá de su aparente relación semántica, el fenómeno nada tenía -ni tiene- que ver con esa masturbatoria fantasía especulativa tan propia de los adultos conocida como paja mental, con perdón. Seguir leyendo

Sombras

Siguiendo una sombra serás la sombra de una sombra” (Fausto Melotti)

 La alegoría platónica de la caverna (siglo IV a. de C.) ya nos simbolizaba cómo los simples reflejos en la pared de la gruta proyectados por el fuego serían ciegamente aceptados como la auténtica y fiel realidad para los que únicamente atisbaran esa referencia como vía de conocimiento (para el caso, encadenados al muro dentro de la caverna) sin ni siquiera llegar a sospechar que lo que ven no son sino apariencias, simples sombras de seres u objetos manejándose tras ellos. Han pasado veinticuatro siglos y una inmensa mayoría de los individuos que conforman -conformamos- el rebaño humano siguen de una u otra forma encadenados al muro, aprisionados los más por las rígidas argollas de regímenes totalitarios y los menos -ciudadanos del llamado mundo libre- cómodamente enrolados en banderas o banderines de conveniencia, desde cuyos pabellones contemplar una realidad virtual envuelta en celofán. Convertidos de una u otra forma en visionarios de sombras, cuando no en enfermos imaginarios afectados por la peor de las cegueras: aquella en la que los videntes no quieren ver. Seguir leyendo