“Sólo me queda el goce de estar triste,
esa vana costumbre que me inclina
al Sur, a cierta puerta, a cierta esquina.”
(Jorge Luis Borges. Poema 1964, terceto final)
Poema de madurez en el que Borges muestra su resignación frente a la ceguera (entendida como metáfora de una pérdida) en donde el yo poético dialoga desde la melancolía añorando la propia visión como si su ausencia significara la ruptura de una larga y amorosa relación sentimental, pasando así -simbólicamente- de la claridad a una oscuridad que le acerca a la muerte. En este último verso citado, no obstante, parece consolarse mediante la paradójica licencia de aceptar el goce de estar triste, para acabar evocando su querencia al Sur (hacia un Buenos Aires recordado) inmerso en esa contradicción del tiempo que pasa y de la identidad que perdura… Al igual que el maestro yo también me siento inclinado al Sur, en busca de la clara luna y los lentos jardines olvidados en cierta puerta, en cierta esquina de una juventud perdida. Sevilla, o sea.
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