Pasiones

«Yo, como don Quijote, me invento pasiones para ejercitarme» (Voltaire)

Como Francisco Umbral observara, Voltaire vio bien que el hombre en madurez (don Quijote es cincuentón y soltero) o pega el salto cualitativo y cambia la realidad de los libros por la irrealidad de la vida, más palpitante y vibrátil, o le coge ya la postura a la vida y no dará más de sí. Por lo que el hidalgo incluso se inventa, entre las pasiones militares y andantes, una nueva pasión amorosa, una moza lejana que viera en mercado, dejando que el propio amor la ascienda a princesa.                                                                                          Esta primera reflexión ajena me va a permitir sacar este tema (las pasiones) de los chiqueros donde se encuentra encerrado (la abstracción filosófica, la doctrina psicológica o la literatura) y recibirlo a porta gayola, sin otro engaño para enfrentarme al morlaco que el del propio cuerpo y el de mi actitud personal.                                                                            Pero antes de eso, por seguir con el símil taurino, pongamos al toro en suerte. Seguir leyendo

Ausencias

«No temas a la muerte, y no temerás a la vida» (Epicuro, siglo IV a.C.)

Han pasado muchos años desde que sufrí el shock de la pérdida de mi padre y ahora llevo unos meses sobresaltado ante una secuencia de decesos de familiares directos tan vividos y tan cercanos como lo era mi madre.                                                                                 Cuando se vive plenamente cuesta pensar en la muerte pero, si queremos mantener una cierta lucidez vital, hay que hacerlo ya que es uno de esos ineludibles combates a los que todos nos debemos enfrentar en uno u otro trance de la vida. Siento que ahora es el momento de reflexionar sobre ella (la muerte) para llegar a afrontarla de un modo más sereno o, al menos, sin manifestar esa gran sorpresa y ese cierto estupor reactivo ante hechos de por sí naturales e inevitables.                                                                                           No es mi intención orientar estas consideraciones desde la hermenéutica de los diferentes ámbitos de análisis posibles (teología, filosofía, psicología, biología, medicina o sociología) más bien recurriré a la introspección de las propias experiencias vividas, donde pudieran estar contenidas cualquiera de las referidas o ninguna, según sea la experiencia vital de cada cual (eso sí, lo haré desde el necesario distanciamiento).  Porque una cosa sí me atrevo a dar por observada: que se muere con la mente puesta en lo que hemos sido y creído (o querido ser y creer) cuando vivíamos.                                                                                          Dicho poéticamente: morimos como vivimos y vivimos como soñamos… solos. Seguir leyendo