«Los primeros 40 años de la infancia son siempre los más difíciles” (Anónimo)
Todos somos hijos de alguien (cosa que no tiene mayor mérito) pero, ante todo, somos descendientes de algo (aparte de la ameba), mas la gran cuestión se nos plantea cuando tomamos la decisión de tener a nuestros hijos (propios o adoptados, da igual), la pretensión de pasar a ser padres aceptada como una experiencia vital única de amor en estado puro. Si previamente hubiésemos querido valorar (no era el caso) ciertos aspectos externos, como que la población mundial ronda los 7.500 millones de habitantes o, visto desde otra perspectiva, el que nuestros grandes referentes (Platón, Hobbes, Locke, Hume, Descartes, Kant, Nietzsche, Sartre, Smith, Voltaire, Spinoza, Shopenhauer…) nunca los tuvieran, parecería apropiado habérselo pensado dos veces o mejor, haberlos adoptado: lo mío hace tiempo que ya no tiene remedio, se llaman Miguel e Irene. Seguir leyendo